A principios del siglo pasado, las posibilidades de escapar de la miseria que la vida reservaba a un niño ciego nacido en el seno de una familia humilde eran bien pocas. A un niño como Dionisio, por ejemplo, nacido en una familia como la de Quintín Bodega, el zapatero de la calle de las Huertas, que había venido a Mora desde Guadalajara a ganarse la vida. Pero Dionisio pudo asistir al Colegio Nacional de Ciegos de Madrid, formarse como mecanógrafo y, con el amparo de un hombre irrepetible, don Álvaro López Núñez, ingresar en el Instituto Nacional de Previsión como empleado cuando todavía no había cumplido los 21 años. Fue tal vez el ejemplo de don Álvaro el que hizo de Dionisio Bodega un hombre comprometido, que luchó denodadamente desde el Centro Instructivo y Protector de Ciegos de Madrid, del que llegaría a ser presidente, por mejorar las condiciones de la vida de los ciegos madrileños… Ir a Personas y personajes.
Dionisio Bodega Aparicio, mecanógrafo ciego (1916)
Esta entrada fue publicada en Sin categoría y etiquetada Alberto Insúa, Alejandro Miquis, Anselmo González Fernández, Asilo de Yeserías, Álvaro López Núñez, Boletín Oficial del Centro Instructivo y Protector de Ciegos, Carlos Lickefett y English, Centro Instructivo y Protector de Ciegos, Colegio Nacional de Ciegos de Madrid, Dionisio Bodega Aparicio, Enrique Mullor de Quesada, Esteban Gutiérrez Díaz-Bernardo, Francisco Javier Bartrina y Costa, Francisco Poyales del Fresno, Indalecio Prieto Tuero, Instituto Nacional de Previsión, Louis Braille, Mora, Mora 1916, Mora de Toledo, Mora en La Hormiga de Oro, Mora en la prensa madrileña, Mora siglo XX, Morachos de ayer, Patronato Nacional de Protección de Ciegos, Petra Aparicio Sáez, Quintín Bodega Olíes, Rafael N. Olivares, Residencia de Barañain, Valentín Riera, Victoriano Dueñas Muñoz. Guarda el enlace permanente.