Los morachos, y los muchos curiosos venidos de las cercanías, vivieron el día 3 de febrero de 1879 no solo la asombrosa novedad de asistir a la llegada del ferro-carril, como escribían entonces, sino también la sensación insólita de ver descender de él nada menos que a don Alfonso XII, el joven y apuesto rey de 21 años que andaba en lenguas de todos: hacía doce meses que se había casado, y seis que la muerte le había arrebatado a su amadísima esposa, María de las Mercedes de Orleans, ¡de 18 años! Toda la prensa de la época se hizo eco del viaje real y también del recibimiento de los morachos. «No son posibles mayores aclamaciones y pruebas de entusiasmo —leemos en el parte del gobernador civil al ministro de la Gobernación—que las que la población de Mora y pueblos limítrofes han tributado a nuestro augusto monarca»… Ir a Casos y cosas.
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