Me asalta a veces la memoria el voceo de la mercancía por las calles de la villa cuando se acercaban las Pascuas, como entonces decíamos. Siempre en voz de mujer, siempre en las mismas palabras, siempre en el mismo orden: ¡Vinilloooos! ¡Almantecaoooos! ¡Porroninaaaas! Permita el lector que le confiese que los segundos no me acababan de convencer: me resultaban algo ahogadizos; los primeros, podían pasar; en cuanto a las porroninas… Ir a Breves.
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