Al margen de las calles que van trazándose, y nombrándose, en los sucesivos ensanches de la villa, el callejero moracho ha mantenido un alto grado de permanencia en el tiempo. Con notables excepciones, eso sí, en diversos momentos de nuestra historia. Es lo que sucede en los años de la Guerra Civil, cuando bastantes de las vías morachas reciben nombres que seguramente muchos de nosotros desconocíamos por completo: alguien que saliera de la plaza de Pablo Iglesias por la calle de Toledo podía tomar a la izquierda por Aida Lafuente hasta Capitán Galán y desembocar en Manuel Azaña; o acercarse desde la plaza de la República hasta Luis de Sirval pasando por José Vega y callejeando luego por Jiménez de Asúa… Ir a Casos y cosas.
Las calles de la Guerra
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Una vez más darte las gracias por el excelente trabajo de investigación que has publicado.
Aurelio Gutiérrez Martín de Vidales.