De 1928 data la nueva reglamentación según la cual los caballos de los picadores en las corridas de toros habían de salir al coso provistos de un peto que les defendiera de las acometidas de los astados, casi siempre con funestas consecuencias para los equinos. En efecto, una real orden de mayo de 1926 establecía que se nombrase una comisión que «estudiara y propusiera la forma de reducir el riesgo a que son sometidos los caballos en las corridas de toros, y que el dictamen que emitiera en su día la comisión se incorporara al reglamento de corridas de toros vigente»… Ir a Cajón de sastre.
El peto o la vida
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