Tal vez una de las lecciones más provechosas, y más alentadoras, que nos brindan nuestros rastreos en el pasado de Mora es la que nos hace comprender que, en muchas ocasiones, anécdotas supuestamente intrascendentes, ocurrencias presuntamente triviales, vidas aparentemente insignificantes, adquieren un alcance no por imprevisto menos apreciable. Es lo que sucede, creemos, en el caso que ha descubierto para nosotros nuestro querido amigo José María Gómez González, joven historiador moracho: la inquietante petición que hacen a la alcaldía los serenos de la villa en enero de 1932. Ir a Casos y cosas.
Los serenos de Mora: enero de 1932 y julio de 1934
Esta entrada fue publicada en Sin categoría y etiquetada Agrícola Rodríguez, Anacleto Moreno Villarrubia, Esteban Gutiérrez Díaz-Bernardo, Fernando Iglesias López, Francisco Cano López, Francisco Velázquez Maestro-Muñoz, Gregorio de Gracia Sánchez, José María Gómez González, Juan Téllez Peña, Julián Díaz Marín, Manuel Sánchez-Cogolludo Gómez del Campo, Marino Simancas Dorado, Mora, Mora de Toledo, Mora en 1932, Mora en la Segunda República, Mora siglo XX, Pablo Gómez de Zamora, Quiterio de Gracia Moñino, Serenos de Mora. Guarda el enlace permanente.