Cuando en la primavera de 1906 El Castellano informe de «las conferencias que sobre las verdades del catolicismo viene dando los sábados por la noche, en el templo parroquial, el señor cura» (que era don Ángel Ríos Rabanera, el que años después impulsará la construcción del Colegio Teresiano), deslizará un comentario verdaderamente inquietante: «Ni los esfuerzos de los corifeos del libre pensamiento, ni las mentiras que esparcen entre el vulgo, serán bastantes a desvirtuar el fruto religioso que los trabajos del párroco han de producir». Para apostillar taxativo: «¡Adelante!»… Ir a Breves.
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