Aun considerando los grandes avances de los últimos tiempos, no hay duda de que la plena igualación social del hombre y la mujer resulta todavía hoy entre nosotros más una noble aspiración que una realidad efectiva. Cosa que no sorprende cuando se conoce, por ejemplo, que hasta hace no mucho más de cien años era prácticamente impensable que una muchacha estudiase. En realidad, ¿para qué iba a hacerlo, si le estaba vedada cualquier ocupación al margen de las labores propias de su sexo?… Ir a Cajón de sastre.
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