Hace unos meses, y siguiendo la pista de nuestro paisano don Hipólito Jiménez —con quien coincidió varios años en el Partido Reformista—, me sumergí en los Diarios de don Manuel Azaña, un monumental fresco histórico a cuya valía no es ajena la aguda captación de la realidad que muestra el autor. Buena prueba de ello podría ser esta jugosa reflexión sobre los nombres de las calles; o mejor, sobre los cambios en los nombres de calles, escrita el día 30 de agosto de 1937, en plena Guerra Civil: Una de las primeras cosas que hace en nuestro país cualquier movimiento político es cambiar los nombres de las calles… Ir a Breves.
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