Hace tiempo que lo descubrimos y ahora lo confesaremos: nuestra fascinación por el pasado es directamente proporcional a nuestro desvío del presente. Y es que con frecuencia, con bastante frecuencia, entendemos mejor lo de ayer que lo de hoy. Por ejemplo, lo que trae esta breve nota, titulada «Vergonzoso» con letras bien grandes, y aparecida en El Eco Toledano de un día de verano de 1914: «Es muy lamentable que en un sitio tan céntrico como es la plaza de Zocodover no haya habido quien viese robar ayer una escalera larga de madera…» Ir a Cajón de sastre.
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